martes, 28 de septiembre de 2010

¡Levántate!


Ya era hora de que te espabilaras, maldito dormilón; llevas bastante tiempo inconsciente. Ya, ya lo sé, sé que has recibido una buena paliza, no te estoy reprochando nada, sabes que la empatía no es mi especialidad, tan sólo es mi forma de darte la bienvenida de nuevo compañero.

Venga, levántate y sigamos caminando, que yo y los demás estamos cansados de esperar pero sin ti no vamos a ninguna parte. Lávate un poco esas sangrantes heridas y no te preocupes que ya sanarán, y tu demacrada cara volverá a brillar como siempre, cuando menos te lo esperes. Nadie te dijo que el camino fuera fácil, tú no eres el único que has sufrido en este viaje; pero has de admitir que también se viven en él buenos momentos inolvidables, así que seamos positivos que aún queda mucho por descubrir.

Levántate, no podemos seguir aquí parados, no me gusta perder el tiempo lamentándome. Sabes que vamos con un cronómetro cuenta atrás y que nadie es capaz de prever cuando llegará a cero, pero cuando eso ocurra entonces sí que nada tendrá solución. Y yo no sé tú, pero yo pienso recorrer todo el camino posible de este infinito viaje antes de que todo se haya acabado realmente, no pienso quedarme aquí estancado.

Joder, muévete, deja de arrastrarte y alza la cabeza. Mira tu cuerpo, mira todas esas cicatrices que recuerdan cada vez que se las observa lo fuerte que eres. La debilidad que sientes está en tu mente, se valiente y levántate; sé que puedes hacerlo.

Arriba viejo amigo, arriba. No me mires con esa cara de temor, el miedo no sirve para nada, tan sólo nos bloquea, nos cubre de dudas sobre cosas que tal vez ni siquiera pasarán y nos impide dar pasos firmes. No creas en las cosas que pueden o no pueden pasar y cree en ti mismo, sólo así podrás mirar cara a cara a los que te han vuelto a destrozar. Tendrán su merecido, que no te quepa la menor duda, y no es necesario  dejarnos llevar por la ira para poder equilibrar la balanza, no es necesario ponernos a su nivel, pues estamos muy por encima de los que han jugado tan fríamente contigo.

Así es, apóyate en mi para poder ponerte en pie de nuevo, para eso estoy aquí. El camino parece empinarse cada vez más, pero si somos capaces de seguirlo ya verás como llegaremos a alguna explanada llena de luz, sin estos puñeteros árboles que ahora nos cubren de sombras.

Ves, no era tan difícil, ya estás en pie. Ahora caminemos, sigamos mirando al frente y dejemos de llorar por lo injusto que ha sido el camino con nosotros este último tiempo.

¡Esa actitud es la que me gusta, eso es! ¡Bien alma mía, bien! Soy tu coraje, tu fuerza, tu voluntad, y nunca te abandonaré por mal que se ponga el camino.

No hay comentarios: