martes, 31 de agosto de 2010

El valor de lo pequeño


No, no, no puedo con todo esto, no. Es demasiado peso para mí, alguien lleno de fuerza y valentía sólo para huir y llorar. No he venido a este mundo para ser feliz, de eso no hay duda. Hay que ser capaz de sonreír con todos los pequeños detalles que nos ofrece la vida, aunque para mí es algo imposible. Tirar la toalla es una opción bastante recomendable. Para otros, un abrazo de alguien que te quiere puede ser el combustible que ayude a seguir siempre hacia delante, para mi corazón es algo insignificante. El hecho de que la vida a veces nos aprieta tanto el cuello que deseamos que nos asfixie de una vez me acompaña siempre. Gente querida, y con saber esto ya me basta, nunca se puede contar con vosotros. Pesimismo y cobardía, éstas son las palabras que siempre rondan por mi mente. Ánimo, amor propio, fe en la amistad, me despido de vosotros con gran alegría.

Muchas veces, al compararnos con la inmensidad en la que vivimos, se nos define como pequeños puntos, puntos insignificantes que por mucho que queramos no podemos cambiar nada, pues el todo es mucho mayor y está fuera de nuestro alcance. Y a aquéllos que sí creen que pueden cambiar las cosas se les acusa de ilusos. Pero lo que parece no comprender quienes así critican el valor de una simple persona, es que un simple punto sí que puede cambiar un todo si sabe cómo actuar correctamente, y la unión de esos aparentemente insignificantes puntos pueden cambiar hasta el más oscuro de los pensamientos. Éste es el valor de lo pequeño.

No, no, no. Puedo con todo esto. No es demasiado peso para mí, alguien lleno de fuerza y valentía. Sólo para huir y llorar no he venido a este mundo. Para ser feliz, de eso no hay duda, hay que ser capaz de sonreír con todos los pequeños detalles que nos ofrece la vida. Aunque para mí es algo imposible, tirar la toalla es una opción bastante recomendable para otros. Un abrazo de alguien que te quiere puede ser el combustible que ayude a seguir siempre hacia delante. Para mi corazón es algo insignificante el hecho de que la vida a veces nos aprieta tanto el cuello que deseamos que nos asfixie de una vez; me acompaña siempre gente querida y con saber esto ya me basta. Nunca se puede contar con vosotros, pesimismo y cobardía. Éstas son las palabras que siempre rondan por mi mente: ánimo, amor propio y fe en la amistad.
Me despido de vosotros con gran alegría.

lunes, 30 de agosto de 2010

Bienvenidos al Blog


Como primera entrada en este blog, lo menos que puedo hacer es saludar a todo aquél que haya decidido entrar y explicar brevemente qué podréis encontrar en esta página que se está empezando a construir. Bueno, en realidad lo primero sería presentarme, pero creo que eso es irrelevante, pues lo importante aquí es el contenido y no quien lo produce, que además espero que no sea yo solo y la pluralidad de opiniones sea la que oriente la dinámica de este lugar.

En la catastrófica sociedad en la que vivimos, en la que el tiempo nos muerde el culo en cuanto nos descuidemos y lo supuestamente importante es aparentar aquello que no somos por el simple hecho de dar una falsa imagen de superioridad y alimentar así a nuestro mezquino ego; en un lugar en el que la riqueza personal pasa a un plano insignificante y la falsedad es la llave maestra que nos abre cualquier puerta… ¿Quién le da valor a algo tan aparentemente insignificante como el silencio? El silencio, algo que nos hace perder nuestro valioso tiempo, un elemento que no nos permite expresar lo mucho que valemos, una herramienta que sólo usa el ignorante cuando se queda sin argumentos… El silencio no encaja en la esquemática en la que vivimos; o al menos eso creemos. Pero el silencio no siempre es perder tiempo, a veces es la mejor forma de invertirlo; el silencio no permite expresar para aparentar, pero el valor no radica en la apariencia, sino en lo que realmente somos; el silencio no tiene por qué ser la respuesta del ignorante, sino la pregunta del sabio…

Muchas veces, el silencio tiene mucho que decirnos, decirnos cosas sobre nosotros mismos que ni la mayor parrafada del mayor erudito es capaz de expresar; tan sólo hay que saber escuchar al silencio. A veces tengo la necesidad de sentarme solo en mi habitación y escuchar todo lo que dice mi silencio. De esta forma, salen de mí, sin hacer el más leve ruido, preocupaciones, pensamientos, ideas, sentimientos, preguntas, respuestas, reflexiones… que el silencio me las devuelve con el mismo contenido pero con una forma distinta, y ese cambio de forma me hace ver figuras que antes no era capaz de percibir. Al igual que el eco nos devuelve nuestras palabras con un sonido peculiar, el silencio nos devuelve nuestra alma con una nueva perspectiva. Y precisamente eso es lo que encontraréis en este blog, aquello que mi silencio me devuelve a veces, pequeños relatos, anécdotas, reflexiones o poemas, que no son más que una forma de plantearse distintos temas que rondan, han rondado o seguramente rondarán por mi cabeza.

Espero que os guste lo que aquí encontréis y os animo a que compartáis cualquier opinión sobre las cosas que aquí escribo, que os sentéis y compartáis también aquellos ecos que os devuelven vuestros silencios. Aquí os dejo los míos para aquél que tenga interés. Bienvenidos a Los Ecos Del Silencio.